William T. G. Morton fue una figura clave en el desarrollo de la anestesia moderna tal como la conocemos hoy en día. Aunque hubo algunos intentos previos de realizar cirugías sin dolor usando hipnosis o inhalación de gases, el primer uso exitoso de un anestésico inhalado se le atribuye a Morton en 1846.
En esta época, las cirugías eran extremadamente dolorosas y traumáticas. Los pacientes tenían que ser sujetados físicamente mientras el cirujano trabajaba lo más rápido posible. Morton, dentista de profesión, había estado experimentando con diferentes sustancias para tratar de lograr la pérdida de sensibilidad.
Finalmente, en 1846 en el Hospital General de Massachusetts, Morton administró éter sulfúrico a un paciente antes de que el cirujano Dr. John Collins Warren removiera un tumor. El procedimiento fue completado sin dolor, marcando así el nacimiento de la anestesia moderna.
El paciente se despertó minutos después sin ningún dolor ni efecto secundario. La noticia del evento se propagó rápidamente alrededor del mundo, iniciando una nueva era en la cirugía. Nuevos anestésicos fueron desarrollados en los años siguientes, pero Morton fue el primero en demostrar que era posible realizar cirugía sin dolor.
Aunque hubo algunas disputas sobre los derechos de patentes y reconocimiento, hoy en día Morton es ampliamente considerado el padre de la anestesia. Su trabajo cambió fundamentalmente la práctica de la medicina, permitiendo procedimientos quirúrgicos más prolongados, menos traumáticos y con menor riesgo de mortalidad.
Esta historia nos recuerda la importancia de la investigación y el coraje para explorar lo desconocido. Como anestesiólogos, honramos su memoria continuando con el legado de mejorar y salvar vidas a través de la práctica de la medicina.